Por Alejandro Rossi Belgrano

Por Alejandro Rossi Belgrano

domingo, 2 de octubre de 2011

Los inicios


Por María Paiella y Alejandro Rossi

Hacia 1858 todavía no se había producido en la Argentina la afluencia masiva de inmigrantes italianos que tendría lugar en décadas posteriores.

Sin embargo existía en nuestro país una importante comunidad italiana radicada mayoritariamente en el barrio de La Boca, eran marinos genoveses que por una u otra causa, quedaron en estas tierras. También se podía apreciar un importante caudal de inmigrantes italianos que habrían llegado por causas relacionadas como la agitada situación que se vivía por entonces en la península Itálica.

Habría que destacar que por entonces Italia estaba dividida en varios reinos ocupados por dominadores extranjeros, en el norte por los austríacos, en el sur por los Borbones.
El deseo de libertad y de unidad de los italianos provoco serias insurrecciones en 1820, 1848 y 1849, dando lugar a una gran cantidad de exiliados políticos que sostenían ideas liberales y republicanas inspiradas en el ideario mazziniano.

Estos mismos ideales profesaban un grupo de hombres, que llegados al Rio de la plata, decidieron unirse para crear un espacio a través del cual pudieran canalizar sus necesidades, en una Argentina que aún no había terminado de organizarse mi institucional ni políticamente.

Así aparecieron, entre otros, siete hombres cuyos nombres son: 
  • Pietro Beretta, originario de Pavia
  • Giambattista Ardizzi, nacido en Sondrio
  • Virginio Bianchi, oriundo de Milano
  • Giuseppe Ciolina, nacido en Toceno (Piemonte)
  • Nicola Faggiano, oriundo de Finale (Sicilia)
  • Andrea Scarpini, de Bergamo
  • Calímaco Zambianchi, de Forli
Todos provenientes de los distintos reinos en que estaba dividida Italia por esa época, y de algún modo, esta diversidad que se verifica en las procedencias de los que fundarían Unione e Benevolenza, reflejaba y anticipaba el espíritu de una asociación que recibiría en su seno a todos los italianos, sin hacer distinción de orígenes regionales.
La unidad italiana se anticipaba de esta forma en la incipiente sociedad de socorro mutuo que comenzó a gestarse a miles de kilómetros de la patria y que adoptó  como símbolo la bandera tricolor, que fue traída por Virginio Bianchi, quien fuera el primer secretario de la sociedad.

Estos siete italianos alquilaron una pieza en un conventillo de la calle Independencia número 231, y allí se reunieron en el 18 de julio de 1858, asistieron 23 italianos más y dejaron fundada una sociedad de socorros mutuos que llamaron Unione e Benevolenza

medalla que conmemora los 100 años de la fundación

El 1.º de agosto de 1858 alcanzaron la totalidad de 53 asistentes y entonces eligieron a sus primeros directivos. La presidencia recayó en un médico llamado Alejandro Pesce, la vicepresidencia en Rocco  Petrocchi y, la secretaría en Virginio Bianchi y la tesorería en Demetrio De Marchi.

En la primera asamblea el Doctor Pesce expresó con claridad los objetivos de la asociación:
"Ció che importi questo solenne atto, quali doveri ci imponga, quali diritti ci dia, quali speranze desti, nessuno di voi, io penso che lo ignori. Il dovere ci impone di amarci a vicenda, gli atti di questo amore traducende efficacemente in operi di mutuo soccorso, di mutua tolleranza.... Unione quindi nel pensiero, amore nel cuore: conspiriamo tutti ad un fine comune: all´ingrandimento della nostra Societá che é umanitaria in America, sará militarmente e politica in Italia"

A partir de entonces, la obra de la sociedad no se limitó sólo a la asistencia sanitaria y a las reuniones de carácter social, sino que se extendió a la generación y para la distribución de subsidios de ayuda económica y al fomento de la labor educativa y cultural que se iniciará a tan sólo diez años de la fundación de la sociedad.

Hubo un médico de apellido Médicis, que comenzó recorriendo a caballo en el barrio de La Boca, el lugar de mayor asentamiento de italianos, para brindarles asistencia médica. Se los subsidiada con cuarenta pesos diarios a los que estaban enfermos o no poseían trabajo, también se socorria a las viudas y a sus hijos.

Otro médico de apellido Salvarezza entregaba medicamentos en forma gratuita a los pobres.

Preocupados por el trabajo deciden organizarse para defenderlo y así en 2 de marzo de 1859, fundan  el primer sindicato del Río de la Plata.